miércoles, 18 de marzo de 2015

EL QUIJOTE 35. LOS HUESOS DE CERVANTES NO SON HUESOS DE SANTO

En el editorial informal de El País, El Acento,  leemos hoy sobre esta historia de la búsqueda de los huesos de Cervantes

Hay asuntos sobre los que nunca se termina de hacer la luz y quedan sometidos por los siglos de los siglos a la reivindicación y a la especulación. Por eso se comprenden, hasta cierto punto, los esfuerzos técnicos y económicos desplegados para dar con los rastros óseos de Miguel de Cervantes. Lo que hace dudar de todo este asunto es que la indagación se ha llevado a cabo con aires de serie televisiva a lo CSI, uso de georradares, exámenes de huesos de numerosos cadáveres y mucho análisis histórico, arqueológico y antropológico —por falta de prueba de ADN—, todo bien adobado de publicidad.

Tras meses de búsqueda en el laberinto de túneles, pasadizos y grutas del convento madrileño de las Trinitarias, ayer se hizo una puesta en escena con la alcaldesa de Madrid, Ana Botella, a quien le viene estupendamente culminar su grisáceo mandato con el hallazgo indubitado de los restos del más insigne de los escritores en lengua española. Sobre todo en vísperas del 400º aniversario de la muerte del autor de El Quijote el año que viene.

Y sí, se han encontrado unos restos que parecen los de don Miguel. Es posible que la mandíbula, y trozos de los brazos y de la cadera sean efectivamente los del auténtico Cervantes. Los investigadores creen tener algo, pero, con lógica prudencia, advierten de que no pueden probarlo. Mucho dinero de las Administraciones madrileñas se ha invertido en esta empresa que, si se reconduce con astucia, todavía podría convertirse en un atractivo turístico más de Madrid y, por tanto, en una fuente de ingresos nada despreciable.

En el mundo de la cultura no se estima tanto este despliegue. Al cervantista Francisco Rico todo esto le parece “una tontería” y cree más útil la próxima edición de El Quijote para contribuir a que los libros “no solo se vendan, sino que se lean”. José Manuel Caballero Bonald ha sido lapidario: “Hay que hacerle justicia a Cervantes, no a sus restos” , tanto como Soledad Puértolas: “Me importa más su obra que sus huesos”.

Ciertamente, lo más útil —aunque dé menos dinero— es su lectura.