Ya
sabes que la lengua oficial del país galo es el francés. Se trata de una lengua románica, por lo tanto emparentada
con el español o castellano, el catalán
o el gallego.
Ya
sabes también que éstas, junto al vasco o euskera, son lenguas oficiales
(castellano o español) en toda España y cooficiales (catalán, gallego, vasco)
en las distintas comunidades autónomas. Sin
embargo, en Francia se hablan muchas otras lenguas, pero no disfrutan de la misma
protección que en España. En el sur del país, el occitano, el provenzal,
el gascón, el catalán y el corso
(Córcega) son lenguas romances también. En el País Vasco francés se habla euskera, en tanto que en el nordeste,
en el valle del Rhin, se habla alsaciano,
una lengua estrechamente emparentada con el alemán. También el neerlandés se habla en tierras galas,
concretamente en el extremo norte, en la zona de Dunkerque. Por último, en la
Bretaña francesa, el extremo oeste del país, se habla bretón, un idioma celta.
Leemos en El
País el artículo de Carlos Yárnoz
del pasado día 2 de noviembre sobre la situación de las lenguas minoritarias en
Francia.
¿Reconocer las lenguas regionales? ‘Pas du
tout’
Francia entierra de un plumazo el proyecto
de ley para proteger sus idiomas minoritarios
Más que nunca, los Pirineos limitan estos días al sur con el país europeo
con más tendencias secesionistas y al norte con el más centralista. El mismo
día en que Artur Mas y sus socios
abrían la ruta para desconectar a Cataluña de España, la jacobina
Francia enterraba el proyecto de ley para reconocer oficialmente sus lenguas
regionales. De un carpetazo. Sin debate en el Parlamento.
La República ha hecho oídos sordos a la media docena de manifestaciones
regionalistas el 24 de octubre. De Alsacia a Córcega, pasando por el País Vasco
francés, Bretaña y Provenza, unas 20.000 personas exigieron el reconocimiento
de dialectos alsacianos, el corso, el euskera, el bretón o el catalán. El francés seguirá siendo la
única lengua oficial. Francia suscribió en 1999 la Carta Europea de Lenguas Regionales, que obliga a sus firmantes,
España entre ellos, a reconocer esas lenguas, protegerlas y facilitar su
enseñanza. París no ha movido un dedo para su ratificación, que implicaría
modificar su Constitución, cuyo artículo 2 dice: “La lengua de la República es el francés”. Punto.
A pocas semanas de las elecciones regionales, que auguran un desastre para
los socialistas, el Gobierno creyó llegado el momento de saldar esa deuda… y
pescar votos. Envió el proyecto al Parlamento. El Senado, controlado por el
centroderecha, lo rechazó el día 27 sin discutirlo; por 180 votos frente a 153.
Para Bruno Retailleau, líder del
partido de Sarkozy en la Cámara, el
proyecto zarandea “el modelo republicano”. Sus correligionarios recordaron “la
unidad e indivisibilidad” del Estado. La senadora socialista Frédérique Espagnac, defensora del
euskera, ya había advertido de que todo estaba “cocinado”.