domingo, 8 de noviembre de 2015

PIENSE EN LA DIFERENCIA DE TRATO

Ya sabes que la lengua oficial del país galo es el francés. Se trata de una lengua románica, por lo tanto emparentada con el español o castellano, el catalán o el gallego.

Ya sabes también que éstas, junto al vasco o euskera, son lenguas oficiales (castellano o español) en toda España y cooficiales (catalán, gallego, vasco) en las distintas comunidades autónomas.  Sin embargo, en Francia se hablan muchas otras lenguas, pero no disfrutan de la misma protección que en España. En el sur del país, el occitano, el provenzal, el gascón, el catalán y el corso (Córcega) son lenguas romances también. En el País Vasco francés se habla euskera, en tanto que en el nordeste, en el valle del Rhin, se habla alsaciano, una lengua estrechamente emparentada con el alemán. También el neerlandés se habla en tierras galas, concretamente en el extremo norte, en la zona de Dunkerque. Por último, en la Bretaña francesa, el extremo oeste del país, se habla bretón, un idioma celta.


Leemos en El País el artículo de Carlos Yárnoz del pasado día 2 de noviembre sobre la situación de las lenguas minoritarias en Francia.

¿Reconocer las lenguas regionales? ‘Pas du tout’

Francia entierra de un plumazo el proyecto de ley para proteger sus idiomas minoritarios


Más que nunca, los Pirineos limitan estos días al sur con el país europeo con más tendencias secesionistas y al norte con el más centralista. El mismo día en que Artur Mas y sus socios abrían la ruta para desconectar a Cataluña de España, la jacobina Francia enterraba el proyecto de ley para reconocer oficialmente sus lenguas regionales. De un carpetazo. Sin debate en el Parlamento.

La República ha hecho oídos sordos a la media docena de manifestaciones regionalistas el 24 de octubre. De Alsacia a Córcega, pasando por el País Vasco francés, Bretaña y Provenza, unas 20.000 personas exigieron el reconocimiento de dialectos alsacianos, el corso, el euskera, el bretón o el catalán. El francés seguirá siendo la única lengua oficial. Francia suscribió en 1999 la Carta Europea de Lenguas Regionales, que obliga a sus firmantes, España entre ellos, a reconocer esas lenguas, protegerlas y facilitar su enseñanza. París no ha movido un dedo para su ratificación, que implicaría modificar su Constitución, cuyo artículo 2 dice: “La lengua de la República es el francés”. Punto.

A pocas semanas de las elecciones regionales, que auguran un desastre para los socialistas, el Gobierno creyó llegado el momento de saldar esa deuda… y pescar votos. Envió el proyecto al Parlamento. El Senado, controlado por el centroderecha, lo rechazó el día 27 sin discutirlo; por 180 votos frente a 153. Para Bruno Retailleau, líder del partido de Sarkozy en la Cámara, el proyecto zarandea “el modelo republicano”. Sus correligionarios recordaron “la unidad e indivisibilidad” del Estado. La senadora socialista Frédérique Espagnac, defensora del euskera, ya había advertido de que todo estaba “cocinado”.

Acertó. Era fácil tratándose de Francia. Hace un año, el Gobierno rehízo el mapa regional. Se pasó de 24 a 13 regiones sin atender las aspiraciones regionalistas. Solo Bretaña se salvó de la quema. Conserva sus fronteras “históricas” por empeño del ministro de Defensa, Yves Le-Drian, bretón, amigo del presidente François Hollande… y hoy candidato a presidir la región. Votos, sí. Regionalismos, ni uno.