En los Jueves Sociales , su columna de El
Periódico de Extremadura, Pilar Galán, que pronto estará con
nosotros para hablar sobre Tecleo en
vano, escribe sobre El Quijote,
Cervantes, y cómo leer. Atentos:
Cervantes deshilachado
Nos hemos acostumbrado a que un poema
tenga solo ciento cuarenta caracteres, tipo pensamiento sufí o estallido fugaz
de ingenio, qué más da si da lo mismo, a que todo cuento sea microrrelato, y a
que las novelas se nos caigan de las manos a no ser que sean una mezcla de Twitter y Facebook con estética de videoclip. De teatro, mejor ni hablamos.
Un soneto ya es mucho, una obra en verso, un desatino, y los textos dramáticos
no son lo importante, sino un mero acompañamiento de un espectáculo de luz y
sonido a la altura de un parque de atracciones. Con estos mimbres, a ver quién
es el guapo que celebra a Cervantes
, con lo que escribía. Anda que no tiene páginas El Quijote, demasiadas.
Le sobran unas pocas, las que van desde En
un lugar de la Mancha hasta se murió
cuerdo. Yo no digo que no se puedan salvar algunas frases, pero capítulos
enteros... Y las Novelas ejemplares, larguísimas. Y el Persiles , eterno. Si es
que así no se puede llegar a los jóvenes. A ver qué le hubiera costado escribir
aforismos, o meter más fantasía, elfos, dragones, menos molinos, eso sí, y
alguna escena de amor más subidita, una Dulcinea
firmando un contrato de sumisión, mucho más romántico, dónde va a parar. Nos
quejamos de que los políticos no se hayan esforzado en organizar una celebración
en condiciones, pero es que Cervantes
tampoco se lo ha puesto fácil. Pues anda que no tienen ellos ocupaciones ahora
como para enredarse en celebrar a un escritor muerto hace tanto. Y que escribe
así, tan antiguo, con palabras que ya no se usan en ningún sitio. No hace
libros para jóvenes, no, a no ser que los pasemos por la trituradora de lo
políticamente correcto y se lo demos a nuestros chicos en sencillo puré, a
cucharadas, no sea que lean El celoso extremeño y se sientan
ofendidos en su identidad de comunidad autónoma, o La ilustre fregona, que
no fregono, o La española inglesa, y la liemos con el Peñón, y ya lo último y
más peligroso, no sea que se acerquen sin protección a Rinconete y Cortadillo o El
licenciado vidriera y les dé por pensar, o por hacer comparaciones con
lo que ven, y entonces ya la tenemos liada.