Escribiendo El Quijote
Buscamos los orígenes literarios de El Quijote en el Entremés de los romances, en la
figura del hidalgo Camilote que
incluyó Gil Vicente en su Don
Duardos, en el Orlando furioso o en los libros de
caballerías. Lo que sí sabemos es
que, a finales del siglo XVI, Cervantes había claudicado en su afán de hacerse un nombre en la farándula. Lo dice en el
prólogo a sus Ocho comedias:
Tuue
otras cosas en que ocuparme, dexè la pluma y las comedias, y entrò luego el
monstruo de naturaleza, el gran Lope de Vega, y alçóse con la monarquia comica. Auassallò y puso
debaxo de su juridicion a todos los farsantes; llenò el mundo de comedias
proprias, felices y bien razonadas, y tantas, que passan de diez mil pliegos
los que tiene escritos, y todas, que es vna de las mayores cosas que puede dezirse,
las ha visto representar, o oydo dezir, por lo menos, que se han
representado; y si algunos, que ay muchos, han querido entrar a la parte y
gloria de sus trabajos, todos juntos no llegan en lo que han escrito a la
mitad de lo que el solo.
|
Con este panorama, sólo la ficciónn narrativa
se presentaba como una solución. El Guzmán de Alfarache tuvo un gran
éxito. Y Cervantes andaba buscando
el éxito popular, artístico y económico. Parodiar los libros de caballerías era
una buena opción. Pues dice en el prólogo que todo el libro es “una invectiva
contra los libros de caballerías". También dice en la segunda parte que pretende
“poner en aborrecimiento de los hombres las fingidas y disparatadas historias
de los libros de caballerías.
Se trataba de hacer un libro de
entretenimiento, hacer un best-seller, del gusto del público y de los editores.
Pero reírse de los libros de caballerías se quedó en poco, y los lectores de la
época no sólo contemplaban la historia de un loco que confundía los molinos con
gigantes, sino también la historia de un caballero que muere de melancolía en
su cama
El éxito de El Quijote, le permite a Cervantes publicar las Novelas
ejemplares (1613), el Viaje al Parnaso (1614) y las Ocho
comedias y ocho entremeses (1615). Pero nada de eso evitó que viviera pobre. La novela no le sacó de la pobreza.
En 1610 intentó de nuevo salir de España. Lupercio
Leonardo de Argensola era el encargado de organizar la corte del nuevo
Virrey de Nápoles, el conde de Lemos,
pero Cervantes no pudo estar allí,
por mucho que lo intentó.
En 1614 apareció impresa una segunda parte de El
ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, pero firmada por un tal Alonso Fernández de Avellaneda, natural
de Tordesillas, y que encubría algún enemigo literario. Se estampó en Tarragona
por Felipe Roberto. Cervantes pergeñaba su segunda parte.
Pero gracias a esta agresión Cervantes
remató su libro y encontró en el apócrifo la ocasión para escribir lo mejor de
lo mejor.
Cervantes menciona en el Prólogo, en la
dedicatoria y seis veces más a partir del capítulo LIX a este falso Quijote, al que aniquila al
incluirlo en el mundo de su propia ficción y con el que consigue dar mayor
verosimilitud al relato y decide que Don Quijote no vaya a Zaragoza como tenía
previsto.