“Mandóse
enterrar en las monjas Trinitarias”
Winston Manrique Sabogal nos cuenta por qué sabemos dónde está enterrado Cervantes:
Con un gran aplauso, el jueves 10 de marzo
de 1870, la Real Academia celebró
“el gran valor probatorio” de que los restos de Miguel de
Cervantes Saavedra yacían en el Convento de las Trinitarias Descalzas de
San Ildefonso, en la calle Cantarranas, hoy Lope de Vega, del barrio de las
Huertas, de Madrid.
La acreditación la hizo, tras cuatro
sesiones, el 14º director de la Academia
Española, Mariano Roca de Togores,
Marqués de Molins. “Fue la primera
acreditación realizada oficialmente y sirve de base para las investigaciones
que se hacen estos días allí”, recuerda entusiasmado Víctor García de la Concha, director del Instituto Cervantes y exdirector de la RAE, tras la noticia de la aparición de
un ataúd con las iniciales MC,
formadas por numerosas tachuelas. Es el primer resultado del equipo que busca
el féretro del autor de El ingenioso
hidalgo don Quijote de La Mancha.
No es una prueba definitiva de que allí
está Cervantes, nacido en Alcalá de Henares el 29 de septiembre
de 1547 y fallecido en Madrid el 23
de abril de 1616. Pero se sabe que las monjas lo acogieron con cariño, y Molins reconoce que no sabe en qué
parte del convento lo sepultaron pero que no fue trasladado fuera de él.
Son pasajes que reconstruye García de la Concha y que forman parte
de su libro
La Real
Academia Española. Vida e historia, publicado en 2014 con motivo de los 300 años de esa institución.
Aunque la historia completa la escribió el propio Marqués de Molins en 1870, cuando publicó a instancias de la Academia una memoria de sus pesquisas
sobre el enterramiento, titulada La
sepultura de Miguel de Cervantes.
La partida de defunción de Cervantes dice: “Mandóse (Cervantes) enterrar en las monjas
Trinitarias”. Lo habría pedido así por varios motivos: era vecino del barrio,
residía en la calle perpendicular occidental, calle del León, esquina con la
calle Francos, hoy de Cervantes; se trataba de las monjas protegidas del conde de Lemos, a quien Cervantes dedicó El Quijote; y en el convento estaban su hija natural,
Isabel de Saavedra, que asumió el
nombre de sor Antonia de San José,
al igual que su madre, “una dama portuguesa que pasó a llamarse Mariana de San
José”.
La primera pieza del puzle empezó hace 150
años. El 5 de octubre de 1865 cuando “rebrota la preocupación por El
Quijote. Se crea una comisión permanente para preparar una edición en
cuatro tomos”. Por aquellos años, Mesonero
Romanos propuso revitalizar culturalmente el barrio de las Huertas, un
espacio clave en el Siglo de Oro; luego, en 1869, el Marqués de Molins, director de la RAE desde 1866, planteó la importancia de crear una Comisión de honores de Cervantes.
Encargaron a Ponciano Ponzano, el escultor más famoso de la época, como habían
hecho antes con Lope de Vega, un
busto de Cervantes en mármol de
carrara. La mañana del 1 de enero de 1870 la junta descubrió la escultura con
la siguiente leyenda que aún hoy permanece en uno de los muros del convento: “A / Miguel de
Cervantes Saavedra, / que por su última voluntad yace / en este convento de la
Orden Trinitaria, / a la cual debió principalmente su rescate, la Academia
Española”.
El 5 de enero, Molins vio la necesidad de acreditar hasta donde fuera posible el
lugar donde estarían los restos de Cervantes.
La Academia, dice García de la Concha, acuerda que sea el
propio Molins quien trate de
demostrarlo. Así es como el 8 de febrero éste presenta una memoria muy extensa
que comenzará a leer en la junta del 2 de marzo y continúa “entre
exclamaciones, aplausos y plácemes” en los días 3, 9 y 10. Constataba que Cervantes estaba allí, en ese convento
edificado en 1609 y reconstruido en 1673. La Academia tuvo que intervenir en 1870 para que el Ayuntamiento no lo
destruyera.
Ciento cuarenta y cinco años después, un
enjambre de periodistas y cámaras de televisión esperan
frente al convento la penúltima noticia el genio de la literatura española, enterrado sin solemnidad ya que una procesión recorría las
calles pidiendo lluvia a la Virgen de Atocha.