De la mano de Anne Sullivan, Helen Keller pudo comunicarse. Leamos el siguiente texto:
Anne Sullivan |
Se ha relatado muchas veces, incluso por la propia protagonista, cómo
la famosa sordomuda y ciega norteamericana Helen Keller trabó conocimiento a
los siete años, por primera vez, con una lengua; una lengua de signos que se
deletreaba en la palma de la mano. Helen Keller consideraba este día como el de
su auténtico nacimiento. Recordaba la vida anterior a tal momento de una manera
muy vaga e incompleta; había sido un puro organismo vegetativo. Gracias a la
lengua adquirió rápidamente el acceso a un mundo rico y matizado y dispuso de
capacidad para recordar, soñar y fantasear. Y adquirió también, por primera
vez, la capacidad de pensar y formar ideas. […]
Hellen Keller |
Si de este ejemplo, y otros semejantes hemos aprendido algo esencial
acerca, por una parte, de la íntima relación existente entre nuestro
vocabulario y la capacidad de hablar, y, de otra, de nuestra facultad de pensar
y representarnos los objetos, podremos extraer también una importante
consecuencia práctica: la de la importancia capital de la formación y la
preparación lingüística para toda la evolución espiritual del hombre. […]
Sin los análisis, abstracciones y agrupaciones que nos proporciona la
lengua, la existencia sería para nosotros un hecho amorfo, un continuum
vago desprovisto de contornos, como lo era para Helen Keller hasta que, con la
ayuda de su maestra, pudo experimentar la función de los signos y los símbolos
lingüísticos. Un ser humano sin lengua no es tal ser humano. Y una persona con
una lengua pobre, sin relieve, de escaso desarrollo, es apenas una persona a
medias.