martes, 15 de septiembre de 2015

UNA LECTURA RÁPIDA





De la mano de Anne Sullivan, Helen Keller  pudo comunicarse. Leamos el siguiente texto:

Anne Sullivan
Se ha relatado muchas veces, incluso por la propia protagonista, cómo la famosa sordomuda y ciega norteamericana Helen Keller trabó conocimiento a los siete años, por primera vez, con una lengua; una lengua de signos que se deletreaba en la palma de la mano. Helen Keller consideraba este día como el de su auténtico nacimiento. Recordaba la vida anterior a tal momento de una manera muy vaga e incompleta; había sido un puro organismo vegetativo. Gracias a la lengua adquirió rápidamente el acceso a un mundo rico y matizado y dispuso de capacidad para recordar, soñar y fantasear. Y adquirió también, por primera vez, la capacidad de pensar y formar ideas. […]

Hellen Keller
Si de este ejemplo, y otros semejantes hemos aprendido algo esencial acerca, por una parte, de la íntima relación existente entre nuestro vocabulario y la capacidad de hablar, y, de otra, de nuestra facultad de pensar y representarnos los objetos, podremos extraer también una importante consecuencia práctica: la de la importancia capital de la formación y la preparación lingüística para toda la evolución espiritual del hombre. […]

Sin los análisis, abstracciones y agrupaciones que nos proporciona la lengua, la existencia sería para nosotros un hecho amorfo, un continuum vago desprovisto de contornos, como lo era para Helen Keller hasta que, con la ayuda de su maestra, pudo experimentar la función de los signos y los símbolos lingüísticos. Un ser humano sin lengua no es tal ser humano. Y una persona con una lengua pobre, sin relieve, de escaso desarrollo, es apenas una persona a medias.