sardinel
Del cat. sardinell 'sardina', por semejanza con las
sardinas prensadas.
1.
m. Constr. Obra de albañilería hecha con los ladrillos colocados de canto, en posición vertical, adosados por sus caras. Cornisa, escalón, hechos a sardinel.
2. m. And. Escalón de entrada de una casa o habitación.
3. m. Col. y Perú. Escalón que forma el borde exterior de la acera.
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Además, son
catalanismos alioli, capicúa, esquirol, absenta, añorar,
avería, borracho, burdel, cantimplora, chuleta, cohete, congoja, convite, cordel,
correo, dátil, fango, fideuá, forastero, guante, macarra, manjar, mercería, molde,
naipes, orgullo, pantalla, percha, pincel, porche, prensa, reloj, retrete, salvaje,
semblante, trébol. Y más que ya hemos dicho otras veces (anguila, calamar, rape, anís, paella,
escalfar, entremés, escarola, vinagre, barraca, nao, delantal, picaporte,
galera, capicúa, timonel, mercader, oferta, cartel, cotejar, papel, imprenta.
A nadie puede extrañarle que la palabra que designó la moneda española, peseta, sea de origen catalán.
Ya ve, son muchos los catalanismos del mundo del mar y sus
actividades por la importancia del
comercio marítimo catalán en el Mediterráneo entre el siglo XII y el final de
la Edad Media. Así tenemos nombres de embarcaciones (buque, bajel,
bergantín, galera, nao, esquife...),
y las maniobras y actividades que en
ellas se realizan (viaje, empalmar, amainar, encallar, zozobrar, al socaire...), . Los tripulantes de las naves los llamamos
desde el catalán: capitán, timonel,
maestre, contramaestre, bogavante, remero.
No pocos fenómenos atmosféricos (tramontana), accidentes geográficos (golfo) o construcciones humanas (muelle ‘embarcadero’) son de origen catalán. El mundo
del comercio nos ha dejado palabras como bala ‘fardo de mercancía’, mercería, mercader,
oferta, granel, balance, peaje, pujar, cotejar, lonja, avería ‘daño
en la mercancía’...
La prosperidad artesanal catalana hasta el s. XVI e industrial a partir del XIX, ha favorecido la entrada en el castellano de catalanismos referidos a distintos oficios o al trabajo en general (artesano, obrador o faena). Piensa en las ropas que usamos: falda, faja, guante, brocado. No olvidemos al sastre. Hemos usado la carreta, y el volquete o el carruaje. Frente a nuestra casa hay un grúa.
La prosperidad artesanal catalana hasta el s. XVI e industrial a partir del XIX, ha favorecido la entrada en el castellano de catalanismos referidos a distintos oficios o al trabajo en general (artesano, obrador o faena). Piensa en las ropas que usamos: falda, faja, guante, brocado. No olvidemos al sastre. Hemos usado la carreta, y el volquete o el carruaje. Frente a nuestra casa hay un grúa.
Si salimos al campo
veremos el bosque, el follaje, la palmera, el boj, el clavel, la escarola, la coliflor, y el caracol... Asistimos a un convite, donde comemos una paella, y hay confites, y chuletas, y
ricas ensaimadas, y también butifarra, y anís,
que son ricos manjares, como la coca ‘torta’.
A los malos los
nombramos en catalán: bandolero, gandaya,
forajido, orate, esquirol, panoli, pollastre ‘jovenzuelo’.
Usaban forastero, que empezó teniendo un sentido peyorativo
similar a charnego (catalanismo
del siglo XX) y que del que aún no se ha desprendido totalmente.