Rocío García ha escrito esto en El País sobre El burlador de Sevilla, de Tirso de Molina. Leamos
atentos:
Don Juan era
un psicópata
El burlador de Sevilla vuelve al Teatro de la Comedia, en una
versión feminista que dirige Josep Maria Mestres
Don Juan era un seductor, sí,
pero también un psicópata. Un gran estafador, egoísta, arrogante y corrupto. Tirso de Molina creó hace casi 400 años
el mito de este personaje que ha recorrido la literatura y la escena desde
entonces. ¿Sigue siendo hoy Don Juan
ese mito universal? ¿La sociedad corrupta que retrató Tirso en el siglo XVII es la misma de hoy? Las reflexiones en torno
a estas preguntas laten con fuerza en el montaje de El burlador de Sevilla que se estrena el viernes en el Teatro de la Comedia, en versión de Borja Ortiz de Gondra y dirigida por Josep Maria Mestres, y que estará en
cartel, con el 75% ya de las entradas vendidas, hasta el 3 de junio. “Don Juan era un psicópata en el sentido
de su crueldad y la falta absoluta de empatía hacia sus víctimas y los daños
colaterales provocados por sus actos”, explica Mestres, para quien El burlador de Sevilla supone
su segunda obra con la Compañía Nacional
de Teatro Clásico, tras La Cortesía de España,
de Lope de Vega, en 2015. Raúl Prieto, en el papel de Don Juan, y Pepe Viyuela, como el criado Catalinón,
encabezan el reparto del espectáculo, con quince intérpretes sobre el
escenario.
“Mi preocupación se centró en hacer una historia para los
espectadores de hoy. Tirso nos
plantea una sociedad corrompida, de la que hoy no estamos tan alejados. En un
mundo en el que se elude el compromiso, se busca el éxito y la fama fácil y se
aplaude tanto al corrupto como al corruptor, debemos convenir que Don Juan es uno más de nosotros. Nos
guste o no, todos tenemos algo de Don
Juan”, explicaba Mestres
(Barcelona, 1959), durante la presentación de esta obra cumbre del Siglo de Oro
español.
Pero los afilados dardos de Tirso
de Molina (1571-1648) apuntan en todas direcciones, en los abusos de poder
y en la prevaricación de toda la sociedad. Para Ortiz de Gondra (Bilbao, 1965), al personaje de Don Juan hay que mirarlo como el
producto de una sociedad corrupta, una sociedad que le permite la impunidad en
la que se movía. “Don Juan tiene la
valentía de hacer lo que hace y proclamarlo, pero el resto de los personajes
también hacen cosas muy parecidas y, sin embargo, se escudan en su lugar social”,
dice el autor de la versión. “Don Juan
no fue el único malo de la película”, añade el director. “Tirso pone en boca de este mito unas barbaridades impresionantes,
pero también en el resto de los personajes. Don
Juan existió entonces y existe hoy en la medida de que lo aplaudimos o
toleramos secreta o abiertamente”, recalca Mestres.
El mundo femenino y feminista es clave en esta historia. Mestres se atreve a resaltar que el
movimiento Me Too de denuncia de
abusos machistas no está tan alejado del original de Tirso. “En El burlador de Sevilla,
las mujeres son personas decididas y con voluntad propia, con deseos propios,
que están más preocupadas por las denuncias que por la pérdida de su honra”,
dice Mestres. Algo que comparte Ortiz de Gondra, que acometió su
trabajo con absoluto respeto por Tirso
pero sin ninguna “reverencia”. Sin dejar de escuchar las palabras de Tirso y las sensaciones que provoca, Ortiz de Gondra ha dimensionado el
papel de estas mujeres burladas por Don
Juan y ha sacado a escena a Doña Ana,
la aldeana violada, a la que el autor del Siglo de Oro solo le dio voz. “Hemos
querido escucharla y verla, conocer su dolor mostrando su rostro. Valiéndome de
un soneto de otra obra de Tirso le
hemos concedido la oportunidad de tener carne, sangre y presencia viva sobre el
escenario”, señala el dramaturgo vasco.
El infierno al que Tirso
empuja a Don Juan es uno de los
misterios que quiere guardar la compañía. “El castigo infernal no atemoriza hoy
a casi nadie. El infierno está aquí en la tierra y, a veces, muy cerca”. Es lo
único que José María Mestres apunta
sobre el final explosivo de El burlador de Sevilla.