Primera parte del
ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha (I-VIII)
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“En un lugar de la mancha”
lugar: no con el valor de ‘sitio o paraje’, sino
como ‘localidad’ y en especial ‘pequeña entidad de población’, en nuestro
caso situada concretamente en el Campo de Montiel (I, 2, 47, y 7,93), a caballo de las actuales
provincias de Ciudad Real y Albacete. Seguramente por azar, la frase coincide con
el verso de un romance nuevo. «Lugar vale también ciudad, villa o aldea,
si bien rigurosamente se entiende por lugar la población pequeña, que es menor
que villa y más que aldea» (Autoridades); cf. solo II, 54, 1068: «Él nunca se puso a
averiguar si era ínsula, ciudad, villa olugar la que gobernaba»; Persiles, III, 10, f. 155v: «Un lugar no muy pequeño ni muy grande, de
cuyo nombre no me acuerdo». «—Mirá lo que decís, que
[Simancas] no es lugar sino villa... —Peor
es, que no es lugar, sino aldea... —Hidalgos
hay en ella que os harán conocer en campo que es villa...» (Arce de
Otálora,Coloquios, I, p. 480). No es posible aceptar ninguna de
las numerosas propuestas que desde el propio Avellaneda, I, p. 5 (y hasta Astrana Marín 1948-1958:IV,
24b , Ruiz de Vargas
1983, Perona Villarreal 1988 o Ligero Móstoles 1991-1994, a menudo con
materiales de interés en otro orden de cosas) se han hecho de identificar el
tal lugar con Argamasilla de Alba o con otras localidades : Givanel y Mas [1942], A. Sánchez
[1979:289-292].—En el Romancero
general (Madrid, 1600) y
en algún otro impreso de la época se halla un romance anónimo que principia
así: «Un lencero portugués, / recién venido a Castilla, / más valiente que
Roldán / y más galán que Macías, / en
un lugar de la Mancha, / que no le saldrá [es decir, ‘no se le
limpiará’] en su vida, /se enamoró muy de espacio / de una bella
casadilla...» RM (<López Navío 1959, >Stagg 1955) insistió en que la
primera frase del Q. es una reminiscencia del octosílabo
en cuestión; pero, de ser así, se trataría de una reminiscencia inconsciente,
no deliberada, o, en todo caso, C. no contaría con que se entendiera como
cita, porque el texto no era lo suficientemente conocido para que el común de
los lectores percibiera la alusión.
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Las
fuentes de los seis capítulos parecen claras, "En un lugar de la Mancha" es un octosílabo de un romance muy
conocido en su época titulado El amante apaleado y unos años
antes, entre 1588 y 1591, un
escritor anónimo escribió un breve pieza teatral, el Entremés de los romances,
en la que un labrador llamado Bartolo
enloquece de tanto leer el Romancero y pretende imitar la
actitud, el lenguaje y las hazañas de sus héroes. Se hace soldado y acompañado
de su escudero Bandurrio, sale en
busca de aventuras. Quiere defender a una pastora, a la que importuna un zagal,
pero éste se apodera de la lanza de Bartolo
y le da una gran paliza y le deja tendido en el suelo. Bartolo se acuerda del Marqués
de Mantua y recita precisamente los mismos versos que Cervantes pone en boca de don
Quijote después de ser apaleado por los mercaderes:
que no te duele mi mal?
Y cuando la familia de Bartolo llega para auxiliarle, éste se imagina que quien acude es
el Marqués de Mantua y le saluda. Es
evidente el parecido de estos seis capítulos de la novela y el Entremés, y
posiblemente Cervantes presenciara
alguna representación y en nada merma el mérito ni la invención de El
Quijote esta fuente porque supo elevar aquella endeble muestra de
literatura bufa a un superior plano artístico.
Una de las cosas que nos ha podido sorprender es el especial empeño de Cervantes en rodear de cierta
imprecisión o vaguedad a la patria y al nombre del protagonista, teniendo en
cuenta que todos los personajes que figuran en la novela aparecen denominados
inequívocamente (salvo la mujer de Sancho) y que su geografía es también
precisa. Parece que con ello quiso parodiar ciertos usos de los libros de
caballerías y un claro remedo de las disquisiciones eruditas de los
historiadores de verdad. En cuanto a la vaguedad de la patria del protagonista
es una fórmula propia del comienzo de un cuento popular y en ello no hay que
ver un cierto resquemor contra algún pueblo de la Mancha, hay en ello un olvido
consciente que sirve para parodiar
los libros de caballerías que solían situar con pompa y solemnidad la
imaginaria acción en tierras lejanas y extrañas, pero nuestra historia en un
lugar sencillo y cercano, monótono y apacible, donde jamás ocurre nada
extraordinario.