martes, 21 de octubre de 2014

EL QUIJOTE 14. EL LUGAR QUE IMAGINAMOS




Primera parte del ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha (I-VIII)


ü  “En un lugar de la mancha”


lugar: no con el valor de ‘sitio o paraje’, sino como ‘localidad’ y en especial ‘pequeña entidad de población’, en nuestro caso situada concretamente en el Campo de Montiel (I, 2, 47, y 7,93), a caballo de las actuales provincias de Ciudad Real y Albacete. Seguramente por azar, la frase coincide con el verso de un romance nuevo. «Lugar vale también ciudad, villa o aldea, si bien rigurosamente se entiende por lugar la población pequeña, que es menor que villa y más que aldea» (Autoridades); cf. solo II, 54, 1068: «Él nunca se puso a averiguar si era ínsula, ciudad, villa olugar la que gobernaba»; Persiles, III, 10, f. 155v: «Un lugar no muy pequeño ni muy grande, de cuyo nombre no me acuerdo». «Mirá lo que decís, que [Simancas] no es lugar sino villa... Peor es, que no es lugar, sino aldea... Hidalgos hay en ella que os harán conocer en campo que es villa...»  (Arce de Otálora,Coloquios, I, p. 480). No es posible aceptar ninguna de las numerosas propuestas que desde el propio Avellaneda, I, p. 5 (y hasta Astrana Marín 1948-1958:IV, 24b , Ruiz de Vargas 1983, Perona Villarreal 1988 o Ligero Móstoles 1991-1994, a menudo con materiales de interés en otro orden de cosas) se han hecho de identificar el tal lugar con Argamasilla de Alba o con otras localidades : Givanel y Mas [1942], A. Sánchez [1979:289-292].En el Romancero general (Madrid, 1600) y en algún otro impreso de la época se halla un romance anónimo que principia así: «Un lencero portugués, / recién venido a Castilla, / más valiente que Roldán / y más galán que Macías, / en un lugar de la Mancha, / que no le saldrá [es decir, ‘no se le limpiará’] en su vida, /se enamoró muy de espacio / de una bella casadilla...» RM (<López Navío 1959, >Stagg 1955) insistió en que la primera frase del Q. es una reminiscencia del octosílabo en cuestión; pero, de ser así, se trataría de una reminiscencia inconsciente, no deliberada, o, en todo caso, C. no contaría con que se entendiera como cita, porque el texto no era lo suficientemente conocido para que el común de los lectores percibiera la alusión.



Las fuentes de los seis capítulos parecen claras, "En un lugar de la Mancha" es un octosílabo de un romance muy conocido en su época titulado El amante apaleado y unos años antes,  entre 1588 y 1591, un escritor anónimo escribió un breve pieza teatral, el Entremés de los romances, en la que un labrador llamado Bartolo enloquece de tanto leer el Romancero y pretende imitar la actitud, el lenguaje y las hazañas de sus héroes. Se hace soldado y acompañado de su escudero Bandurrio, sale en busca de aventuras. Quiere defender a una pastora, a la que importuna un zagal, pero éste se apodera de la lanza de Bartolo y le da una gran paliza y le deja tendido en el suelo. Bartolo se acuerda del Marqués de Mantua y recita precisamente los mismos versos que Cervantes pone en boca de don Quijote después de ser apaleado por los mercaderes:
¿Dónde estás, señora mía
que no te duele mi mal?
Y cuando la familia de Bartolo llega para auxiliarle, éste se imagina que quien acude es el Marqués de Mantua y le saluda. Es evidente el parecido de estos seis capítulos de la novela y el Entremés, y posiblemente Cervantes presenciara alguna representación y en nada merma el mérito ni la invención de El Quijote esta fuente porque supo elevar aquella endeble muestra de literatura bufa a un superior plano artístico.
Una de las  cosas que nos ha podido sorprender es el especial empeño de Cervantes en rodear de cierta imprecisión o vaguedad a la patria y al nombre del protagonista, teniendo en cuenta que todos los personajes que figuran en la novela aparecen denominados inequívocamente (salvo la mujer de Sancho) y que su geografía es también precisa. Parece que con ello quiso parodiar ciertos usos de los libros de caballerías y un claro remedo de las disquisiciones eruditas de los historiadores de verdad. En cuanto a la vaguedad de la patria del protagonista es una fórmula propia del comienzo de un cuento popular y en ello no hay que ver un cierto resquemor contra algún pueblo de la Mancha, hay en ello un olvido consciente  que sirve para parodiar los libros de caballerías que solían situar con pompa y solemnidad la imaginaria acción en tierras lejanas y extrañas, pero nuestra historia en un lugar sencillo y cercano, monótono y apacible, donde jamás ocurre nada extraordinario.