domingo, 19 de octubre de 2014

EL QUIJOTE 5. LEAMOS LA PORTADA





Merece la pena que nos fijemos en la Portada de la obra y leamos: 




EL INGENIOSO HIDALGO DON QUI-


XOTE DE LA MANCHA,Compuesto por Miguel de Cervantes
Saavedra.
DIRIGIDO AL DUQUE DE BEJAR,Marqués de Gibraleón, 
Conde de Benalcázar, y Baña-
res, Vizconde de la Puebla de Alcócer, Señor de las villas de Capilla, Curiel, y Burguillos.
Año, 1605.CON PRIVILEGIO, EN MADRID, Por Juan de la Cuesta.
Véndese en casa de Francisco de Robles, librero del Rey Nuestro Señor.


A grandes rasgos, ingenioso equivaldría hoy a ‘creativo, rico en inventiva e imaginación, agudo’,.
En el emblema que constituye la marca del impresor, el cuerpo (como solía llamarse a la parte gráfica) representa un halcón en la mano de un cazador y con la cabeza cubierta por un capirote (en espera de quitárselo cuando llegue el momento de acometer su presa); al fondo, un león dormido (con los ojos abiertos, según la tradición). El alma (‘Tras las tinieblas espero la luz’) procede del libro de Job, XVII, 12.
El privilegio (EL REY), extendido por el Consejo de Castilla después de someter el manuscrito a censura, fijaba las condiciones con que se concedía al autor licencia para publicar la obra durante un determinado período de tiempo. Una vez impreso el cuerpo del libro y comprobado que concordaba con el original (TESTIMONIO DE LAS ERRATAS), el Consejo, en función del número de pliegos, señalaba también el precio de venta del libro, es decir, la TASA.
Juan de la Cuesta no era el dueño, sino el regente de la imprenta —propiedad de su suegra, María Rodríguez de Rivalde, viuda de Pedro Madrigal—, y en la aparición del Quijote no debe atribuírsele más responsabilidad que la meramente tipográfica. El editor de la obra fue Francisco de Robles, quien firmó el contrato con el autor, decidió la tirada, compró el papel, pagó el trabajo de composición e impresión. Hasta 1615 Cervantes siguió publicando sus libros a costa de Robles, y colaborando editorialmente y teniendo tratos económicos y personales con él.

Si observarnos la portada del Quijote, percibimos a primera vista su construcción armónica, centrada por un grabado emblemático, pero sin que destaque el elemento más característico del título ni el nombre de su autor, como nos tienen acostumbrados los libros actuales. Se trata de una portada que presenta el aspecto habitual que ofrecen los libros de consumo de su época, frente a las portadas calcográficas o frontispicios de obras mas cuidadas, que presentan una simbología relacionada con la obra editada. Una sucesión de líneas jerarquizadas por su posición —de mayor a menor— va desgranando los distintos elementos, al margen de su categoría, cortándose palabras clave (Qui-xote) al no caber en una misma línea. La letra cursiva rompe la monotonía de la letra redonda. 

Al título de la obra y al nombre de su autor le sigue la dedicación, que como es un personaje de rancia alcurnia, ofrece un largo despliegue de sus títulos nobiliarios. Esta portada no va adornada con el escudo del Duque de Béjar, probablemente porque ni el impresor ni el editor dispondrían del correspondiente grabado en madera. En su lugar figura una de las marcas de la antigua imprenta de Pedro Madrigal (muerto en 1593), flanqueada por la indicación del año. Aunque el libro debió de quedar totalmente impreso en los últimos días de diciembre de 1604, figura el año 1605. Después de destacar que se publica el libro con privilegio real, consta la ciudad donde se imprimió, seguida del nombre de la imprenta, que si bien era la de María Rodríguez de Rivalde, viuda de Pedro Madrigal, llevaba el nombre de su regente Juan de la Cuesta, yerno de la propietaria. En la última línea se indica, en este caso con la fórmula véndese en casa de, el editor del libro, Francisco de Robles (hacia 1564-1623), librero del Rey. La relación editorial de Francisco de Robles con Cervantes, iniciada por su padre, Blas de Robles, en 1585, se prolongará hasta 1615 con la Segunda parte del Quijote. Las dos últimas obras de Cervantes fueron editadas por otro librero, Juan de Villarroel.