sábado, 8 de noviembre de 2014

EL QUIJOTE 21. EL ESCUDERO ES EL CORREO


LA CARTA DE AMOR

Volvamos a la novela y al personaje. Sancho habría de llevar una carta de amor, junto al documento de la libranza de los pollinos dirigido a su sobrina. En esa amorosa carta habría de contarle la penitencia y la imitación que andaba haciendo de Amadís:


Sacó el libro de memoria don Quijote y, apartándose a una parte, con mucho sosiego comenzó a escribir la carta, y en acabándola llamó a Sancho y le dijo que se la quería leer porque la tomase de memoria, si acaso se le perdiese por el camino, porque de su desdicha todo se podía temer. A lo cual respondió Sancho:
—Escríbala vuestra merced dos o tres veces ahí en el libro, y démele, que yo le llevaré bien guardado; porque pensar que yo la he de tomar en la memoria es disparate, que la tengo tan mala, que muchas veces se me olvida cómo me llamo. Pero, con todo eso, dígamela vuestra merced, que me holgaré mucho de oílla, que debe de ir como de molde.
—Escucha, que así dice —dijo don Quijote.
CARTA DE DON QUIJOTE A
DULCINEA DEL TOBOSO
Soberana y alta señora: 
El ferido de punta de ausencia y el llagado de las telas del corazón, dulcísima Dulcinea del Toboso, te envía la salud que él no tiene. Si tu fermosura me desprecia, si tu valor no es en mi pro, si tus desdenes son en mi afincamiento, maguer que yo sea asaz de sufrido, mal podré sostenerme en esta cuita, que, además de ser fuerte, es muy duradera. Mi buen escudero Sancho te dará entera relación, ¡oh bella ingrata, amada enemiga mía!, del modo que por tu causa quedo: si gustares de acorrerme, tuyo soy; y si no, haz lo que te viniere en gusto, que con acabar mi vida habré satisfecho a tu crueldad y a mi deseo. Tuyo hasta la muerte,
El Caballero de la Triste Figura
—Por vida de mi padre —dijo Sancho en oyendo la carta—, que es la más alta cosa que jamás he oído. ¡Pesia a mí, y cómo que le dice vuestra merced ahí todo cuanto quiere, y qué bien que encaja en la firma El Caballero de la Triste Figura! Digo de verdad que es vuestra merced el mesmo diablo y que no hay cosa que no sepa.

Recuerde que Oriana escribe una carta a Amadís firmándola: «Yo soy la doncella ferida de punta de espada por el corazón»; la metáfora, que sustituye el arma física por la moral, es, estilísticamente, muy efectiva. Desde la primera letra está imitando este tipo de correspondencia. Es imitación también  el saludo inicial: “Te envía la salud que él no tiene”, pues es un tópico literario ya usado por Cervantes en La Galatea, pero que aquí aparece en forma de endecasílabo. En fin, todo lo que dice son tópicos literarios de la poesía trovadoresca, del amor cortés. Tópicos: no dice nada.

¿No quedamos que mandaba una carta de amor para contarle cómo quedaba en Sierra Morena haciendo penitencia por Dulcinea? Pues eso, que es lo importante, no lo dice. Sino que ya en la carta le encarga a su escudero que sea él el que se lo cuente.

A Don Quijote no le interesa el objetivo de la carta, sino sólo el objeto: la propia carta, que sólo es una taracea de expresiones que aparecen en otras cartas de los libros de caballerías ¿Por qué? Por la propia realidad de Dulcinea, claro. Es decir: su irrealidad.