LA CARTA DE AMOR
Volvamos a la novela y al personaje. Sancho
habría de llevar una carta de amor, junto al documento de la libranza de los
pollinos dirigido a su sobrina. En esa amorosa carta habría de contarle la
penitencia y la imitación que andaba haciendo de Amadís:
Sacó el libro de
memoria don Quijote y, apartándose a una parte, con mucho sosiego comenzó a
escribir la carta, y en acabándola llamó a Sancho y le dijo que se la quería
leer porque la tomase de memoria, si acaso se le perdiese por el camino,
porque de su desdicha todo se podía temer. A lo cual respondió Sancho:
—Escríbala vuestra
merced dos o tres veces ahí en el libro, y démele, que yo le llevaré bien
guardado; porque pensar que yo la he de tomar en la memoria es disparate, que
la tengo tan mala, que muchas veces se me olvida cómo me llamo. Pero, con
todo eso, dígamela vuestra merced, que me holgaré mucho de oílla, que debe de
ir como de molde.
—Escucha, que así dice
—dijo don Quijote.
CARTA DE DON QUIJOTE A
DULCINEA DEL
TOBOSO
Soberana y alta señora:
El ferido de punta de
ausencia y el llagado de las telas del corazón, dulcísima Dulcinea del
Toboso, te envía la salud que él no tiene. Si tu fermosura me desprecia, si
tu valor no es en mi pro, si tus desdenes son en mi afincamiento, maguer que
yo sea asaz de sufrido, mal podré sostenerme en esta cuita, que, además de
ser fuerte, es muy duradera. Mi buen escudero Sancho te dará entera relación,
¡oh bella ingrata, amada enemiga mía!, del modo que por tu causa quedo: si
gustares de acorrerme, tuyo soy; y si no, haz lo que te viniere en gusto, que
con acabar mi vida habré satisfecho a tu crueldad y a mi deseo. Tuyo hasta la
muerte,
El Caballero de la Triste Figura
—Por vida de mi padre
—dijo Sancho en oyendo la carta—, que es la más alta cosa que jamás he oído.
¡Pesia a mí, y cómo que le dice vuestra merced ahí todo cuanto quiere, y qué
bien que encaja en la firma El Caballero de la Triste Figura! Digo de
verdad que es vuestra merced el mesmo diablo y que no hay cosa que no sepa.
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Recuerde que Oriana escribe una carta
a Amadís firmándola: «Yo soy la doncella ferida de punta de espada por el
corazón»; la metáfora, que sustituye el arma física por la moral, es,
estilísticamente, muy efectiva. Desde la primera letra está imitando este tipo
de correspondencia. Es imitación también
el saludo inicial: “Te envía la salud que él no tiene”, pues es un
tópico literario ya usado por Cervantes en La Galatea, pero que aquí
aparece en forma de endecasílabo. En fin, todo lo que dice son tópicos
literarios de la poesía trovadoresca, del amor cortés. Tópicos: no dice nada.
¿No quedamos que mandaba una carta de amor para contarle cómo
quedaba en Sierra Morena haciendo penitencia por Dulcinea? Pues eso, que es lo
importante, no lo dice. Sino que ya en la carta le encarga a su escudero que sea él el que se lo cuente.
A Don Quijote no le
interesa el objetivo de la carta, sino sólo el objeto: la propia carta, que sólo es una taracea de expresiones que aparecen en otras cartas de los libros de caballerías ¿Por
qué? Por la propia realidad de Dulcinea, claro. Es decir: su irrealidad.